Oh, querido terror cósmico, ¡cuántas alegrías nos has dado!

⁣⁣⁣Si gustan del terror lovecraftiano —salvando las distancias—, hoy vuelven los sábados de terror con un clásico de los 80, que en realidad es un clásico de los 50, con una secuela en el 72… En fin, hablo de “The Blob”, de 1988.

Sin entrar en la controversia de cuál de todas fue la mejor, Chuck Russell (director de La máscara) supo reinterpretar este monstruo tan entrañable e icónico de la ciencia ficción de una forma novedosa, más acabada y con una voracidad nunca antes vista. Y consiguió de ese modo que el remake funcionara. Porque no se limitó solamente a leer en voz alta un guión viejo, sino porque agregó mucho de su puño y letra, y compensó las faltas y carencias de la primera película con creces.

Pero, antes de seguir, ¿de qué se trata The Blob? Un Miki-Moco traslúcido emerge de un meteorito que se estrelló en el bosque y, fiel a los monstruos espaciales, comienza a devorar todo lo que se cruza por su camino. No pasan ni diez minutos que el típico pueblito yanqui se ve desbordado por un ser imparable.

Y, justamente, en este último punto está lo interesante: la mancha, que tiene unos efectos insuperables, no diferencia entre héroes o niños, porque se come al que nosotros creemos que será el héroe y, además, ¡se morfa a un pibito de diez años! (Sé que son spoilers, pero, en realidad, no les estoy contando demasiados —¡solo que se fagocita a un niño! 😧—.)

Como todo mamarracho de clase B, hay humor negro y muchas escenas bizarras. Pero ¿acaso me estoy quejando? ¡Ojalá todos los remakes fueran como este! Porque creo que estamos frente a uno de los pocos que sí funcionan y no nos hacen extrañar al original —que igual les recomiendo—.

¿Vieron la peli o alguna de las anteriores? ¿Qué les pareció? Charlamos en los comentarios.